La obesidad y otras formas de malnutrición afectan a casi una de cada tres personas. Las proyecciones indican que esta proporción en el año 2025 se convertirá en uno de cada dos. Desde Zamorano estudiantes y docentes han contribuido con el logro de metas del segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible a través de la generación de investigaciones científicas.
La Carrera de Agroindustria Alimentaria, se unió a la celebración del Día Mundial de la Alimentación, “una alimentación sana para un mundo #HambreCero”, mediante una serie de seminarios dirigidos a estudiantes de cuarto año, con el fin de concienciar a los jóvenes a impulsar acciones que contribuyan con el cumplimiento del segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de la Naciones Unidas (ONU).
El evento tuvo por objetivo analizar la importancia de las intervenciones para la consecución del #HambreCero en los países de la región, promover la concienciación y la acción a escala mundial para aquellos que padecen hambre y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria y dietas nutritivas para todos, así como celebrar los avances realizados hacia la consecución del ODS y proponer ideas para alcanzarlo.
Los expositores coincidieron en que, si bien el cumplimiento del segundo objetivo ODS ha avanzado, se requiere de un mayor involucramiento de diversos sectores como la academia, Organizaciones No Gubernamentales (ONG), la empresa privada, sociedad civil, red de donantes para que acompañen y den seguimiento a las políticas públicas que se impulsan desde las instituciones gubernamentales.
La Lic. Karen Oliva, de la Sociedad Hondureña de Nutrición, Obesidad y Metabolismo, que expuso sobre, alimentación sana y diversa para un mundo #HambreCero, indicó que aunque en la última década la desnutrición crónica disminuyó un 7% en Honduras, no es suficiente, y se debe seguir accionando en pro de todas las regulaciones que faltan para poder erradicar el hambre, los problemas nutricionales, y enfatizar en el seguimiento a las políticas públicas actuales, principalmente a las que no se les da una regulación adecuada al carecer de legalidad que exija intervenir las acciones a nivel nacional.
La Dra. Susan López, de la Unidad Técnica de Seguridad Alimentaria y Nutricional (UTSAN) de la Secretaría de Gobernación de Gobierno, que presentó el tema, #HambreCero en Honduras: logros y desafíos, expresó que en el país el marco de políticas públicas va orientado a fortalecer los trabajos multisectoriales, al desarrollo de acciones integrales que promuevan un proceso articulado y coordinado, como una tarea del estado en su conjunto.
Por su parte, el Lic. Alan Ayapán, de Alimentos S.A., Guatemala, presentó la experiencia en programas de alimentación para contribuir a una alimentación sana para un mundo #HambreCero, reconoció en su intervención que en Centroamérica pese a que el problema persiste, los índices en algunos países han bajado. Para él, la clave de éxito en el tema de combate a la desnutrición es una política que plantee un programa de alimentación, donde se puedan establecer los procesos de largo plazo, como un accionar de Estado y no de gobierno.
“El tema de combate a la desnutrición o al hambre cero nos compete a todos, porque todos somos expertos en nuestras áreas, al momento de unir esos esfuerzos podemos tener proyectos cubriendo todos los ejes que se necesitan. La desnutrición no solo se combate dando alimentos, hay muchos factores como, vacunas, lavarse las manos, agua potable, y al unir esos temas podemos tener un resultado positivo”, indicó Ayapán.
Reportes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 672 millones de adultos y 124 millones de infantes (de 5 a 19 años) son obesos, y más de 40 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso, mientras que más de 800 millones de personas padecen hambre. Los hábitos alimenticios poco saludables, relacionados con una quinta parte de las muertes en todo el mundo, también están repercutiendo adversamente en los presupuestos sanitarios nacionales, con un coste de hasta 2 billones de dólares al año.