Autor: Martín Leal, MSc.
Profesor Asociado del Departamento de Administración de Agronegocios
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Uno de los retos en América Latina es la creación de valor para generar crecimiento económico con beneficio social. Esto es lo que Michael Porter y Mark Kramer denominaron valor compartido logrando hacer una conexión entre la ventaja competitiva y la responsabilidad social corporativa. Resulta interesante como en la actualidad, la competencia en los mercados no se presenta solamente entre compañías, sino dentro de las cadenas, donde se busca incrementar la participación del eslabón productivo. Por esta razón, se considera relevante discutir aspectos de la evolución del concepto de valor agregado y las experiencias a través de la aplicación del valor compartido desde la producción primaria como una alternativa para buscar equidad social y económica en la cadena agroproductiva.
En estudios ligados a los agronegocios se detalla la evolución y desarrollo del concepto del valor agregado desde mediados del siglo pasado. Cuando se analizan estadísticas relacionadas a la distribución de los ingresos en la producción de alimentos, se observa que el productor cada vez participa menos de los beneficios que genera la agregación de valor a lo largo de la cadena. Un objetivo importante, es como a través de diferentes actividades productivas y asociativas, se logra ser más competitivo permitiéndole al productor mayor captura de valor del consumidor final.
Como ha señalado M. A. Ledesma (2005) “la cadena de valor es un recorrido de procesos económicos vinculados a distintas etapas enlazadas entre sí mediante diferentes formas. Estos enlaces son fuentes de ventajas competitivas” (p.37). Esta definición permite justificar la relevancia del trabajo al interior de cada eslabón para la incorporación de valor. Esto da la oportunidad al productor de participar más del precio y por ende de las ganancias de agregar valor en la cadena.
Lo anterior nos lleva a ejemplificar el concepto de valor compartido que parte de la generación de valor para la organización y los actores vinculados a la misma, no siendo un concepto de responsabilidad social ni filantrópico, sino una forma de alcanzar éxito económico y progreso social donde exista beneficio mutuo. “Las empresas pueden crear valor social. Hay tres formas diferentes de hacerlo: reconcibiendo productos y mercados, redefiniendo la productividad en la cadena de valor y construyendo clusters de apoyo para el sector en torno a las instalaciones de la empresa” (Porter & Kramer, 2011, p.6).
Hoy en día se aplican estas tres formas de creación por varias empresas a nivel global. Al reconcebir productos y mercados, se observa la atención por parte de las empresas a generar productos de mayor beneficio para la sociedad, alimentos más inocuos y que no dañen el ambiente. Al redefinir la productividad en la cadena, se busca la aplicación de procesos sustentables haciendo un mejor uso de la energía, recursos, utilización de proveedores locales, capacitación a empleados, uso de nuevos modelos de distribución y compra de mercancías por los minoristas a los productores locales. Finalmente, el desarrollo de grupos de productores (clusters) en las comunidades donde tienen presencia las organizaciones genera crecimiento económico y mayor competitividad.
Lo descrito anteriormente, se resume en la experiencia de la empresa Nestlé en Chile con la implementación del “Programa Global de Desarrollo de Proveedores de Leche Nestlé” con una participación promedio de 1000 productores ligados a las actividades de la organización. Para garantizar el abastecimiento de leche de calidad e incremento de la producción crean un manual de garantía de calidad, brindan capacitación y asistencia técnica a productores en temas de eficiencia productiva, contaminación ambiental y sustentabilidad. Con esto se benefician ambos actores al tener productos de calidad y pagar mejores precios al productor por litro de leche producida aunado a una mayor competitividad en los mercados (Acción RSE, 2012, como se citó en Riveros & Heinricks, p.8, 2014).
El desafío actual de las compañías en nuestra región es como se crea valor compartido para beneficio de las organizaciones y las comunidades, ¿Será más valioso compartir que tratar de acaparar la mayoría?
Referencias
Ledesma, M. 2005. Marketing Agroindustrial: la cadena de valor en los agronegocios. Ariel. Argentina.
Porter, M. y M. Kramer. 2011. La creación de valor compartido. En: Harvard Business Review América Latina, febrero 2011, Boston: USA.
Riveros, H. y W. Heinricks. 2014. Valor agregado en los productos de origen agropecuario: aspectos conceptuales y operativos. IICA. San José, Costa Rica. http://www.iica.int