Autores: Cindy Maricely Merida Ramos y José Daniel Morales Arrivillaga, estudiantes del Departamento de Agroindustria Alimentaria y Dra. Adriana Hernández, profesora asociada
Una de las ocho etnias de Honduras es la lenca, que constituye el 4.6% de la población hondureña (INE 2016) y es una de las más numerosas, por lo que es imprescindible disponer de información para mejorar sus condiciones de vida. Durante enero y febrero de 2017 se realizó la toma de datos de la investigación “Situación nutricional y seguridad alimentaria de mujeres lenca asociadas y no asociadas a organizaciones en Intibucá, Honduras”. Durante ese periodo se convivió con la población lenca de la zona, especialmente con mujeres. El principal objetivo de la investigación fue caracterizar la situación nutricional y de seguridad alimentaria de las mujeres lenca de las comunidades del Departamento de Intibucá, para lo que se estudiaron 66 mujeres lenca entre 15 a 65 años de edad de 14 comunidades. El estudio consistió en la aplicación de cuatro instrumentos: una encuesta socioeconómica, toma de datos antropométricos, recordatorio de 24 horas y la Encuesta Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA) y fue realizado con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ejecutado por Penn State University, UC Davis, Innovation Horticulture Lab y ZAMORANO.
La mujer es considerada uno de los principales entes de influencia en la alimentación del hogar, son las encargadas de la producción de alimentos en un 45% (Castaño 2015) y son quienes preparan los alimentos en el 87.1% de los hogares (Ramírez 2008). Sin embargo, la investigación demostró que apenas el 13.64% de la jefatura del hogar es femenino, esto limita la participación de la mujer en la toma de decisiones sobre los alimentos que deberían ser utilizados en el hogar.
Honduras es el segundo país más pobre de Centroamérica (INE 2016), constatado en los bajos niveles de calidad de vida de sus habitantes. Al referirse a etnias, el nivel de calidad de vida se ve afectado a tal punto que el 61% de la población tiene condiciones de vida medio-bajas. En el presente estudio, se estimó que el 74% de la población investigada dispone de menos de un dólar por día, que según CEPAL, esta situación es calificada de extrema pobreza.
En su situación nutricional, a través del índice de masa corporal (IMC), se estimó que el 50% de las mujeres participantes se encuentran en sobrepeso y el 18% en obesidad, lo que resulta sorprendente en una comunidad con índices de extrema pobreza. Una de las principales razones de encontrar valores de IMC elevados, es la baja estatura en la población, ya que la media de altura es de 1.43 m, por lo que son más propensas a un rápido aumento de peso y sufren de sobrepeso y obesidad. La baja estatura además es un indicador de desnutrición crónica, la cual se identifica más en prenatales y lactantes (WHO 2016).
Además de la baja estatura, también es importante evaluar la alimentación (recordatorio de 24 horas) de las comunidades participantes, identificando que los alimentos consumidos por más del 50% de la población pertenecen al grupo de los carbohidratos entre ellos arroz, maíz y pan. Alimentos como frutas, vegetales, carnes y lácteos son consumidos por menos del 50% de la población, es decir que a pesar de tener ingesta regular de alimentos hay problemas de hambre oculta. Como parte de su dieta también se encuentra la ingesta de alimentos procesados (snacks, bebidas carbonatadas y espagueti), los cuales son de fácil acceso, pero de un contenido nutricional no adecuado.
Respecto a la ingesta de micro y macronutrientes, se estimó un exceso en la ingesta de carbohidratos, azúcares y sodio mientras que la ingesta de grasas, proteína y micronutrientes (calcio, hierro y vitamina C) se encontraron en déficit, que corrobora los problemas de hambre oculta en esta población. En el caso del sodio el 82% lo consume en exceso, haciéndolas propensas a enfermedades como la hipertensión (OMS 2015). El calcio y el hierro se identificaron en déficit de consumo en el 89% y 88% de la población respectivamente, haciéndolas vulnerables a sufrir enfermedades como osteoporosis y osteopenia en el caso del primero y anemia ferropénica en el caso del segundo (NIH 2016).
En cuanto a la Seguridad Alimentaria (SA), en base a la encuesta aplicada (ELCSA) se encontró que únicamente el 4.5% de la población se encuentra en seguridad alimentaria y el restante 80.4% se encuentra en niveles de inseguridad alimentaria leve y moderada. La causa de este alto porcentaje se debe a que los cuatro pilares de la SA (disponibilidad, acceso, estabilidad y utilización bilógica) se encuentran fracturados y los principales factores identificados que la afectan son la limitada variedad de alimentos a la cual tienen acceso, entre otros aspectos debido a la ubicación geográfica, almacenamiento de alimentos (solo el 25% tiene acceso a energía eléctrica) e ingresos económicos. Adicional a las condiciones de vida y acceso a servicios básicos (11% no tienen acceso a agua potable y 65% no tienen acceso a servicio sanitario) aumentan la vulnerabilidad a sufrir de enfermedades infecciosas fracturando el pilar de utilización biológica (Pérez et al. 2007).
En conclusión, las comunidades de Intibucá están siendo afectadas por problemas de inseguridad alimentaria, adicionalmente existe la problemática de triple malnutrición la cual se refleja en personas con sobrepeso y obesidad que además tienen problemas de desnutrición crónica y hambre oculta. Es necesario que las autoridades trabajen en proyectos que permitan cortar este ciclo generacional de mal nutrición y se impulsen programas de educación tanto de producción agrícola para autoconsumo como de educación nutricional.
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Referencias
Castaño T. 2015. Las mujeres rurales y la agricultura familiar. Colombia: Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y alimentación. (en línea). Consultado 27 marzo 2017. Disponible en: https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/SNA/Boletin-01-2015-Mujeres-rurales-agricultura-familiar.pdf.
INE Instituto Nacional de Estadística. 2016. Cifras de País 2015. Tegucigalpa, Honduras: Instituto Nacional de Estadística. (en línea). Consultado 27 marzo 2017. Disponible en: http://www.ine.gob.hn/index.php/component/content/article?id=97.
INE Instituto Nacional de Estadística. 2016b. Pobreza en Honduras: Hogares en condición de pobreza 2016. Tegucigalpa, Honduras: INE. (en línea). Consultado 27 marzo 2017. Disponible en: http://www.ine.gob.hn/index.php?option=com_content&view=article&id=91.
NIH National Institute of Health. 2016. Office of Dietary Supplements – Hierro. Bethesda, MD: National Institutes of Health. (en línea). Consultado 12 mayo 2017. Disponible en: https://ods.od.nih.gov/factsheets/Iron-DatosEnEspanol/.
Ramírez MA. 2008. Situación de las mujeres rurales, Honduras. Santiago, Chile: FAO. 131 p.
OMS Organización Mundial de la Salud. 2015. Reducir la ingesta de sodio para reducir la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares en adultos. Ginebra, Suiza: World Health Organization. (en línea). Consultado 12 junio 2017. Disponible en: http://www.who.int/elena/titles/sodium_cvd_adults/es/.
Pérez Jiménez F, Ortega RM, Bultó Sagnier L, Martín Quezada E. 2007. Prejuicios y verdades sobre las grasas y otros alimentos. Madrid, España: Instituto Flora. (en línea). Consultado 25 mayo 2017. Disponible en: http://www.nutricion.org/publicaciones/pdf/prejuicios_y_verdades_sobre_grasas.pdf.
WHO World Health Organization. 2016. Obesidad y sobrepeso. nd: World Health Organization. (en línea). Consultado 25 mayo 2017. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/.