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A través de la Maestría en Agricultura Tropical Sostenible (MATS), los estudiantes realizan investigación aplicada para el desarrollo de producción sostenible bajo la asesoría de expertos internacionales de universidades de prestigio mundial.

Por: Jean Pierre Enríquez, Ingeniero en Agroindustria Alimentaria. (MATS-ZAMORANO). Adriana Hernández Santana, Doctora en Salud Pública, Profesora y jefe Laboratorio de Nutrición Humana. Agroindustria Alimentaria, Zamorano.

La situación actual permite reflexionar sobre los cambios de hábitos de la población durante el confinamiento y sus efectos en la salud. Organismos internacionales llaman la atención sobre la situación, cada vez más alarmante, de obesidad y enfermedades relacionadas, además del aumento de personas con hambre.

 El Día Mundial de la Alimentación 2020 (http://www.fao.org/world-food-day/theme/es/), hace un llamado “a la solidaridad mundial para ayudar a las personas más vulnerables a que se recuperen de la crisis y para hacer que los sistemas alimentarios sean más resilientes, y robustos” con el fin mitigar los efectos climáticos, proporcionar dietas saludables asequibles y sostenibles para todos, siendo una oportunidad para adoptar soluciones innovadoras basadas en la evidencia científica. De ahí la importancia de desarrollar, probar y escalar la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN), y de esta forma contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (Shilombolenia et al., 2019), siendo una de estas vías, la reducción de desperdicios que realizan los consumidores y en la post cosecha (aproximadamente 30% cada una en la cadena alimentaria).

El desarrollo sostenible es una vía para lograr un equilibrio tridimensional entre la sociedad, la economía y el ambiente, siendo este último el encargado de la conservación de recursos naturales y la reducción del impacto ambiental (Rodríguez & Suazo 2017), en el cual resalta la disminución del desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena productiva. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el 2016, estableció la agricultura sostenible como una herramienta para fortalecer la SAN en América Latina y el Caribe potenciando políticas y prácticas en beneficio de los sectores agrícolas y productivos (FAO, 2016).

La incorporación de patrones de “alimentación sostenible”, propone alimentación saludable para las personas y el medio ambiente. El concepto de dietas sostenibles reconoce las interdependencias de producción y consumo de alimentos, reafirmando la noción que la salud humana no puede aislarse de la salud del ecosistema (Dernini et al., 2016). Por lo tanto, construir una cultura alimentaria basándose en los principios de una Dieta Saludable y Sostenible (DSS), es importante para frenar la alta cantidad de desperdicio alimenticio a lo largo de la cadena alimentaria.

La dieta mediterránea (DM) cumple con los principios sostenibilidad y salud, permitiendo evaluar más allá del efecto de un nutriente o alimento de forma aislada, en el conjunto de alimentos y las posibles sinergias entre ellos (Blázquez et al., 2016). Un estilo de vida preventivo involucra los principios de la DM o DSS: alimentación, ejercicio, medio ambiente y sostenibilidad para prevenir, contrarrestar y disminuir el riesgo de enfermedades (Ruiz & Ruiz, 2019).

Una alimentación sostenible está representada mediante procesos de obtención, transporte, distribución y preparación de alimentos (Serra, 2009). La DM o DSS es un modelo cultural y ecológico, que involucra la selección, producción, procesamiento y distribución de los alimentos, que se ha convertido en un mecanismo de defensa para la agricultura, el desarrollo rural sostenible, el impacto ambiental y la nutrición, asociándose con una reducción en la incidencia de enfermedades crónicas. La interacción de elementos de producción, procesamiento y consumo de manera sostenible, generan un sistema alimentario en donde se pueden alcanzar mayores beneficios nutricionales y ambientales disminuyendo el desperdicio de alimentos. Por esta razón, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO) inscribió a la DM en el listado del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad desde el 16 de noviembre del 2010.

El hecho de que una dieta sea saludable para las personas no implica que sea adecuada para el medio ambiente, o que provenga de una producción y utilización sostenible de los recursos para producir los alimentos que forman parte de dichas dietas.  Es necesario resaltar la importancia de brindar a la población, información que genere conciencia de los beneficios que incurre la adopción de un patrón dietético beneficioso para la salud humana y el medio ambiente.

Particularmente en los adolescentes, en la etapa donde realizan sus estudios universitarios, es la que generalmente coincide con la época en que estos salen de su entorno familiar, convirtiéndose en responsables de su alimentación (Cadarso et al., 2017), volviéndose vulnerables a la malnutrición y al sedentarismo. Es en este momento donde las dietas desequilibras desencadenan consecuencias no deseadas debido a patrones de alto consumo de comida rápida con elevados contenidos de grasas saturadas, azúcar y sal, llevando incluso a convertir los productos, como las bebidas carbonatadas, en parte de la dieta diaria, generando mayores desperdicios que otros mínimamente procesados.

La declaración Zamorano Saludable del 2015, busca transformar a la universidad en un entorno más saludable, motivando a los estudiantes a asumir responsabilidades para su bienestar y salud, protegiéndola como bien común. El asumir y promover una DSS, posiciona el liderazgo de Zamorano en el ámbito de salud y sostenibilidad ambiental, además de contribuir a los ODS.

Referencias

  • Shilombolenia, H., Owaygenb, M., De Plaenb, R., Manchurb, W. & Husakc, L. (2019). Scaling up innovations in smallholder agriculture: Lessons from the Canadian international food security research fund. Agricultural Systems, 175, 58-65.
  • Rodriguez, E., & Suazo, L. (2017). Introducción al cambio climático. (1ª ed). Tegucigalpa; Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE). 172p.
  • (2016). Agricultura sostenible: Una herramienta para fortalecer la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe. Informe de Food and Agriculture Organization, 48p.
  • Dernini, S., Berry, E., Serra, L., La Vecchia, C., Capone, R., Medina, F., … Trichopoulou, A. (2016). MedDiet4.0: the Mediterranean diet with four sustainable benefi Public Health Nutrition, 20(7), 1322–1330.
  • Blázquez, G., López, J.D., Rabanales, J., López, J. & Val, C. (2016). Alimentación saludable y autopercepción de salud. Atención Primaria, 48(8), 535-542.
  • Ruiz, J.M. & Ruiz, G.J. (2019). Templo de la salud integral de la dieta mediterránea. JONNPR, 4(5), 492-506.
  • Serra, L. (2009). Nutrición comunitaria y sostenibilidad: concepto y evidencias. Revista Española de Nutrición Comunitaria, 16(1), 35-40.
  • Cadarso A, Dopico X, Iglesias E, Cadarso C, Gude F. 2017. Calidad de vida relacionada con la salud y su relación con la adherencia a la dieta mediterránea y la actividad física en universitarios de Galicia. Nutrición clínica y dietética hospitalaria. 37(2): 42-49.
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