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Por: Marco Antonio Molina Castro, MATS-ZAMORANO. Hugo Ramirez, Ph.D;  Profesor asociado de Horticultura, Jefe técnico de olericultura intensiva-extensiva de Zamorano.  Marten Sørensen, PhD; Profesor asociado del Departamento de Ciencias Vegetales y Ambientales en la Universidad de Copenhague.

La Inseguridad Alimentaria (IA) se define como la condición que resulta de un acceso incierto o nulo a alimentos nutricionalmente adecuados y socialmente aceptables (Anderson et al., 1990). De esta forma, los niveles de inseguridad alimentaria a nivel mundial han incrementado con el transcurso de los años, causando un impacto negativo que ha tenido como resultado que más de 820 millones de personas sigan padeciendo hambre en la actualidad (FAO 2019). En el contexto actual de países de América Central como Honduras y Nicaragua existe un alto porcentaje de pobreza extrema, principalmente en el sector rural, que tiene como consecuencia limitaciones para satisfacer las necesidades alimentarias básicas de estas personas, incrementando la severidad de IA en estos sectores. Esto se refleja en que se alcancen valores de alrededor de un 20% de desnutrición crónica para ambos países como resultado de la baja calidad de vida de las personas (CEPAL 2002; FAO 2013).

La humanidad ha utilizado más de mil especies de plantas para diversos propósitos. Sin embargo, sólo alrededor de 100 de estas especies se han usado y desarrollado como cultivos importantes para el desarrollo humano (Hill et al., 1998). En los países de la región tropical se producen para alimentación humana cultivos que cuentan con altos niveles de carbohidrato, pero carecen de otras características nutricionales importantes como la proteína. Estos cultivos incluyen por ejemplo la papa, la yuca y el camote (Padonou et al., 2013). De esta forma, muchas especies de plantas que son adecuadas para la alimentación en todo el mundo se descuidan y son subutilizadas. Una de estas plantas que han sido subutilizadas es el cultivo de jícama [Pachyrhizus erosus L. (Urb.1905)].

La jícama es una leguminosa procedente de México y América Central, una de las razones más relevantes por la cual se afirma la procedencia a esta región, se basa en la  evidencia arqueológica que descubrió que la jícama fue cultivada por civilizaciones como la Azteca y los Mayas siglos atrás (Sorensen 1994). A pesar que este cultivo es  originario de América Central, en la región se conoce poco y los productores no le brindan un manejo que permita expresar su potencial productivo. Los altos valores protéicos y de carbohidratos de este cultivo permiten posicionarlo como una nueva alternativa para la alimentación humana (Sorensen 1996). De la misma forma, éste representa una oportunidad para promover el desarrollo económico de los productores como una alternativa de ingresos, además de innovar en el desarrollo de productos derivados de la jícama. La producción de harina, cosméticos e insecticidas naturales a base del cultivo de jícama son de las principales alternativas que han brindado ingresos económicos alrededor del mundo (Duke 1981; Ratu 2020; Rizky et al., 2013; Buckman 2017).

Investigación para desarrollar el cultivo de jícama en Centroamérica

El potencial productivo y la calidad del cultivo de jícama puede variar según el manejo agronómico. Por esta razón, la necesidad de producir este cultivo bajo un manejo agronómico eficiente y adecuado es esencial para que represente una alternativa que sea aceptada por los futuros productores. La carencia de información reciente y de material para producir este cultivo, crea la necesidad de realizar investigaciones acerca de la producción, manejo hortícola, diversidad de usos (industriales, comerciales, otros usos), de mercado y exportación (Domínguez y Jacobo 2008).

Como resultado de esta necesidad, a través de la Maestría en Agricultura Tropical Sostenible (MATS) de Zamorano se realiza una investigación para desarrollar el cultivo de jícama como una alternativa económica, social, funcional y alimentaria mediante la introducción de cultivares comerciales y hortícolas en conjunto con productores líderes en Honduras. La investigación tendrá un alcance exploratorio, considerando aspectos como la poca y desactualizada información respecto al cultivo en países de América Central.

Se estableció como ensayo preliminar una parcela experimental en la Universidad Zamorano. Los tratamientos que se evalúan consisten en cultivar con poda vegetativa pinching; cultivar con poda floral; cultivar con poda pinching + poda floral; y cultivar sin poda. Las podas de tipo pinching que se realizan en los tratamientos, consisten en el corte de la zona apical de la planta de jícama en una fecha establecida. De la misma forma la poda floral, consiste en la remoción de las flores de la planta de jícama en diferentes estadios del cultivo para evaluar diferencias en la productividad.  Estos tratamientos fueron establecidos con objetivo de evaluar etapas de floración y el efecto de las podas en el cultivo.

El ensayo preliminar permitió conocer el cultivo y su desarrollo para esta zona, convirtiéndose en una pauta a seguir al momento del establecimiento y manejo del ensayo principal de jícama. Actualmente se están evaluando dos ensayos en campo, uno correspondiente a diferentes densidades de siembra en jícama y el segundo ensayo correspondiente a frecuencia de podas. En ambos ensayos se realiza la introducción de buenas prácticas hortícolas para la producción de jícama (cultivares, altas densidades, trasplante, podas vegetativas y reproductivas, tutorado, ferti-irrigación orgánica, mineral, y otras). La fase de experimento en campo también involucra aspectos relacionados con la investigación de mercado, investigación culinaria, de aceptación por los productores y todo lo que permita recolectar la mayor cantidad de información en relación con temas sociales, económicos y ambientales para la introducción de jícama como un cultivo hortícola.

Los resultados que se esperan de esta investigación darán oportunidad de establecer un referente con hallazgos recientes y específicos para Honduras y Nicaragua, y serán de gran utilidad para futuros investigadores de este cultivo. Aunque el cultivo de jícama sea procedente de la región de América Central, la falta de información y de disponibilidad de material para su producción ha generado un déficit en la cantidad de investigaciones, limitando el número de estudios recientes y específicos para la región. Sin embargo, se han realizado dos proyectos importantes para este cultivo que datan de más de 25 años. En 1985 la comunidad científica europea “ciencia y tecnología para países desarrollados” (STD) fundó el proyecto denominado “The Yam Bean Project” con el objetivo de examinar el potencial de este cultivo en la agricultura. Por su parte, el proyecto de jícama por CATIE en Costa Rica es uno de los que generaron la mayoría de las investigaciones relacionadas al cultivo de jícama disponibles en la actualidad.

La investigación liderada desde Zamorano a través de la MATS abrirá el camino para el desarrollo de nuevas investigaciones que permitan promover e impulsar la producción y consumo de jícama en Honduras y Nicaragua. Actualmente, México es el país líder en producción de jícama, siendo el consumo de este cultivo altamente aceptado por los pobladores del país. Esto puede ser replicado en los países de América Central mediante resultados positivos y estrategias de promoción adecuadas. Para esto, la multiplicación de semilla derivada de esta investigación permitirá garantizar su disponibilidad para productores interesados en cultivar jícama. La producción en grandes cantidades del cultivo ofrecerá una alternativa de alimento y una nueva fuente de ingresos, debido a que la relación costo-beneficio lo convierte en un producto bastante rentable. Se tiene la visión de transformar la jícama y que sea clasificada como una hortaliza. La base será demostrar que, al aplicar buenas prácticas hortícolas durante todo el proceso, tales como podas, tutoreos, aporcado, fertirriego entre otros, se puede maximizar el potencial del cultivo en cuanto a rendimiento y calidad.

Referencias

Anderson, S. A. (Ed.). (1990). Core Indicators of Nutritional State for Difficult-to-Sample Populations. The Journal of Nutrition, 120(suppl_11), 1555-1600. https://doi.org/10.1093/jn/120.suppl_11.1555

Buckman, E. S., Oduro, I., Plahar, W. A., & Tortoe, C. (2017). Determination of    the Chemical and Functional Properties of Yam Bean (Pachyrhizus           Erosus (L.) Urban) Flour for Food Systems. Wiley. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29564113/

CEPAL (Comision Económica para América Latina y el Caribe).    (2002). Panorama Social de América Latina. cepal.org.https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1213/S026433_es.pdf;jsessionid=F5564DB86B7A5B64628EEE95CC970D0E?sequence=1

Domínguez, R., & Jacobo, J. (2008, noviembre). Estudio de Validación de la producción artesanal de semilla de jícama por agricultores de Intibucá, Honduras. CIDICCO.

Duke, J. (1981). Handbook of LEGUMES of World Economic Importance. Springer Publishing. https://books.google.nl/books?id=XX3dBwAAQBAJ&printsec=frontcover

FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la        Agricultura).      (2013, Noviembre). Centroamérica en Cifras: Datos de                Seguridad           Alimentaria Nutricional 2013. FAO. http://www.fao.org/3/a-            at771s.pdf

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Rizky, W. H., Hasani, S., & Karuniawan, A. (2013). TUBER YIELD AND        QUALITY OF NINE GENOTYPES YAM BEAN (PACHYRHIZUS SPP.       DUE TO SINK-REPRODUCTIVE PRUNING . Scientific Papers. Series B.         HorticultureLVII, 445-448. http://horticulturejournal.usamv.ro/pdf/vol.LVII/Art81.pdf

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Sorensen, M. (1996). Yam bean (Pachyrhizus D C.). Promoting the            conservation     and use of underutilized and neglected crops. 2.          Institute of plant genetics                           and crop plant research,                 Gatersleben/International Plant genetic Resources         Institute, Rome.

Vega-Macedo, M., Shamah-Levy, T., Peinador-Roldán, R., Méndez-Gómez, I., & MelgarQuiñónez, H. (2013). Inseguridad alimentaria y variedad de la alimentación en hogares mexicanos con niños menores de cinco años. Salud Pública de México, 56, 21-30. https://doi.org/10.21149/spm.v56s1.5162

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